....Repuestos de sus dolencias y encajados sus maltrechos huesos, nuestros bibliotecarios dirigieron sus pasos hacia un pueblito cercano, de nombre llamado Cotoca.
Comenzaron confiados en que su movilidad impuntual llegara, ducha y desayuno pensaban tomar como lo más natural, mas cuando empezaban su degustación de papaya y anana, ¡suena el timbre de la pensión! y paralizados por la sorpresa comienza su desazón. Sus temores se confirman, era su taxi el que llegó y cargados con su mochila emprendieron el camino, con hambre pero también con ilusión.
Cuando llegan, miran, ¡no hay nadie, vive Dios¡ pero poco a poco y en hilera los profes llegan como si fuera una excursión. Besos y saludos inician la sesión, de nuevo toca improvisación.
Las mesas se reordenan, las silllas pasan a ser estantes y las paredes vacías se llenan de colores al instante.
Después llega Tatiana que empleando fluido verbo con algún catalanismo emitido de vez en cuando, más de vez que en cuando, va endulzando el ambiente que antes era serio y contundente, estimulando tanto que hasta un perrito hace de bibliotecario ¡no es broma señores¡ que ladridos hubo mientras ella hablaba demostrando que en eso de la cultura todo tiene entrada.
Al final de la jornada, de nuevo abrazos, besos y......comida doble pues dos colegios hubo en tan singular encuentro.
Y en el camino de vuelta ambos bibliotecarios notaron que algo suyo quedaba en la biblioteca sin libros oficialmente inaugurada.
Manolo y Tatiana dos bibliotecarios ya casi con libros.
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