He aquí queridos lectores y queridas lectoras el segundo capítulo de unas andanzas de dos bibliotecarios que armados de valor recorren Bolivia.
Pasado el primer susto, y repuestos al ver que sin libros pero sí con maestros delante, emprendimos el viaje hacia nuestro primer destino por nombre llamado la Forestal; empezando el viaje en micro y con sonrisa de Tatiana, feliz por su reconida tendencia a sentirse cholita. Calor, sudor, olor...cuerpos unidos que casi provocan el desmayo de Manolo, Tatiana reía, yo apenas me lo creía. !Vive Dios, cuánta agonía!
Al fin el micro paró, pero no por eso acabó la tortura ya que el viaje transcurrió en furgón trasero acabando con la alegría. !Qué bien decía Tatiana, que aventura la mía! Yo, en silencio miraba y sufría. Mis temores pronto se hicieron verdades, tres veces atravesamos el Piraí, tres veces, tras botes y más botes, ya la espalda no sentía y Tatiana fotos hacía.
Al fin se llega y con sorpresa descubrimos que el paraíso existía, La Forestal, nombre dado a este lugar que bien lo definía.
Presto el curso empieza, muebles se movilizan y como en un sueño, el tiempo corre de prisa. Comida fraternal y despedida emotiva con la idea de volver a tierra tan agradecida. Pero este final se enturbia pues la salida del paraíso se convierte en infierno, y en furgón trasero bibliotecarios vuelven por senderos y caminos temiendo por su destino. Polvo, viento, lluvía, sustos y frenos todo en un día. Tatiana sin parar ríe, pues para ella, esto es vida, Manolo llora, pues su espalda se resiente de dolores y de heridas.
Pero al fin y al cabo todo es aventura y felicidad ya que juntos esta gran empresea lograrán: Manolo y Tatiana. Bibliotecarios sin Libros.
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