19 agosto, 2016

En El Torno. Última semana de cursos

Vendedoras de yuca junto a la carretera
El lunes, primer día del curso, llegamos al municipio de El Torno y
descubrimos con pesar que una mínima cantidad de docentes hace acto de presencia. Preocupados por ello, el día siguiente visitamos al distrital de educación de la zona. El distrital nos explica, demostrando buen uso de la dialéctica, algunos factores que pueden ayudarnos a comprender la situación. No dejamos que el fuerte calor y la apatía ganen, todos ponemos de nuestra parte para que los cursos sigan adelante. Así, finalmente dos de ellos, los de David y Fabia, siguen en pie. Sin embargo, los otros dos cursos deben ser suspendidos.

Participantes de una actividad
Flor y Palmira, que esta vez no pueden compartir su experiencia con los profesores, deciden ponerle buena cara a la situación. Con esta misma buena cara dedican el tiempo que les ha quedado libre a visitar escuelas. Yovanna e Hipólito, de la gobernación municipal, les facilitan la búsqueda. En las Unidades Educativas Rafael Lara y Naciones Unidas, de El Torno, les reciben con gusto y les dan la posibilidad de pasar un par de horas con los niños. Los cursos atendidos en este tiempo son variados (desde nivel Inicial-Infantil- a sexto de Primaria) e igualmente son variadas las actividades que son llevadas a cabo con ellos. Como voluntarios, nos resulta muy gratificante  esta forma de conocer de cerca la realidad educativa boliviana, en la que tomamos contacto con los niños y les ofrecemos la novedad de nuestra forma de hacer.


Puente colgante sobre el río Piraí
Perezosa y su bebé en la plaza

El Torno es lugar de paso, es un paso constante de vehículos ruidosos, es un mercado constante, es un constante bullicio de gente. Sin embargo, su plaza es agradable como todas las que hemos conocido en Bolivia. Pocos metros más adentro de la carretera sorprende la tranquilidad salvaje del río Piraí, un gran río ancho para nuestros ojos europeos. La otra orilla se presenta con la belleza de una gran masa de árboles.




El viernes conocemos ese otro lado del río mientras nos dirigimos a una unidad educativa. Ha llovido y el verde se muestra especialmente intenso. Cruzar el río en vehículo tipo ranchera es en sí una aventura. Por el camino vemos plantaciones de cítricos: naranjas, mandarinas, limas, limones que se producen aquí y se distribuyen por todo el país. En esta ocasión acudimos todo el equipo, los cuatro voluntarios, y con ello podemos dividirnos para pasar clase con todos los alumnos de esta escuela rural. Virgen María Forestal es una escuela tranquila. Es un cuadrado absolutamente rodeado de pura naturaleza: el lugar forma parte del Parque Natural Amboró.

Foto de grupo en  la Comunidad Forestal
Niños de la escuela Virgen María Forestal
Clausura de los cursos de David y Fabia
La tarde del viernes clausuramos los cursos. Aunque el número de alumnos sea escaso, pensamos que hay receptividad para que AEPECT Solidaria vuelva al Torno con más talleres el próximo año. Los “profes” nos despiden con un “viernes de k’jaras”. Cenar este asado de cerdo y maíz es una costumbre boliviana que marca el comienzo del fin de semana. Para nosotros, marca el punto final de nuestro voluntariado.


Fuerza de equipo

Hoy el grupo se separa. Sin embargo, sentimos que todos los momentos que hemos vivido juntos en Bolivia nos han unido para siempre. 





13 agosto, 2016

Semana de cursos en San Miguel de Velasco


Después de nuestra semana de descanso, el lunes comenzamos de nuevo con nuestros cursos. Aunque en Bolivia se están asfaltando muchas carreteras, la movilidad que nos transporta aún pasa por pistas de tierra. Son horas de viaje, pero por fin... ¡Llegamos a San Miguel de Velasco!

Calles de San Miguel
Con Lidia y Marco, a nuestra llegada


Los cursos de esta semana se imparten en la Unidad Educativa San Pablo. Allí, las hermanas nos acogieron y nos ofrecieron lo que tenían, haciéndonos sentir "como en casa".

No es una semana fácil. Las aulas son pequeñas para la alta cantidad de participantes, y no todos los alumnos muestran interés. Sin embargo, el esfuerzo de muchos, y el hecho de irnos conociendo entre los integrantes de los cursos, hace que las cosas vayan mejorando según avanzan los días. Al final el curso se cierra con éxito. Los profesores quedan esperando nuevos talleres para el año que viene. 

Nos juntamos todos bajo el "tinglado" para hacer el acto de cierre de curso. Somos unas 200 personas entre los docentes (en esta ocasión, alumnos), el alcalde, Marco por parte de la Gobernación, y nosotros como voluntarios de AEPECT. Como anécdota, nos resulta curioso que se sortee un pollo asado mientras esperamos que comience el acto.

Creando, en el taller "Factoría de historias"
Participantes del taller de Fabia

Wisney usando mesa adaptada

El lunes, en compañía de Lidia y Marco, conocemos el centro de Educación Especial FASSIV (Fundación de Ayuda Social de San Ignacio de Velasco, en San Miguel de Velasco). Allí, hacemos una pequeña entrega de material por parte de AEPECT. Son zapatos ortopédicos que ayudarán a caminar a unos cuantos pares de pies. El próximo mes se completará otra entrega de material por parte de la asociación. Wisney lleva puestos sus zapatos nuevos. Está tan feliz con ellos que no se los quiere quitar. 

En una segunda visita al centro, nos sorprenden con un gran recibimiento: nos esperan gran parte de los niños, junto con sus madres, los concejales, y las trabajadoras del centro. El día es lluvioso y fresco, pero la bienvenida es muy cálida, con muchas palabras de agradecimiento. La unión entre madres y niños es palpable, forman una verdadera comunidad. Resulta emocionante conocer los avances de los niños, y la historia del crecimiento de este centro, que en parte se debe al apoyo de AEPECT, la asociación que representamos. Poco a poco, con el esfuerzo conjunto, con la fuerza constante de Nani y de las trabajadores del centro, hay mucho hecho.Y aún queda mucho por hacer.

Endulzamos los oídos de todos contando un cuento. Las madres, a su vez, nos endulzan con bizcochos y bocaditos que han preparado. Paula está guapa con su peinado de trenzas que se ha hecho para la ocasión y nos dice, inocente y coqueta, que hoy está "diferente". Lo mejor, sin duda, es pasar un rato jugando con estos niños tan especiales. Con el juego, nos acercamos y nos conocemos más: Daliana, Pepo, Kevin, Miguel Ángel, Lorena, Daniela...  Hoy no están todos, pero suman 74 niños y jóvenes que son beneficiados por este centro.


Foto de grupo durante la visita a FASSIV
Sonrisas mientras jugamos juntos

El viernes, después de una semana llena de trabajo y de emociones, esperamos el autobús de vuelta a Santa Cruz. Allí conocemos a Alicia.  Es una chica normal de 11 años, va a la escuela, le gusta leer y visitar de vez en cuando a su madrina. Está en la parada esperando la llegada de las "flotas" (autobuses), pues por las tardes se dedica a vender "cuñapé" (empanada de queso) que su madre cocina. 

Ángel de madera en proceso de tallado
Tradicional ángel chiquitano
Una de las tardes nos acercamos al taller de artesanía San Pablo, donde mantienen viva la tradición del tallado de la Chiquitanía. Vemos cómo trabajan los artesanos. Con destreza y a golpe de gubia, saben sacar ángeles y otras preciosas imágenes del alma de madera de cedro.


Nos gusta la visita al taller. Más allá de creencias, nosotros sabemos que esta semana hemos conocido a los verdaderos ángeles de la Chiquitanía: son los niños de FASSIV, son los niños que trabajan como Alicia. Estar cerca de ellos, vivir su realidad, nos da fuerzas extra para nuestra última semana de cursos, pues esperamos que nuestro trabajo como voluntarios sea un grano de arena que repercuta en la infancia.

Próximo destino: El Torno, provincia de Andrés Ibáñez.




07 agosto, 2016

Semana de las fiestas patrias

Desfile de la entrada folklórica universitaria
Esta es la semana de las “fiestas patrias” y por tanto, estamos libres de nuestras obligaciones con los cursos. Volamos a la ciudad de La Paz, estamos deseosos de conocer esta otra parte del país. El desfile de la “entrada folklórica universitaria” es una sorpresa a nuestra llegada. Cada comparsa de estudiantes desfila con un atuendo folklórico que les identifica. Hay mucha fuerza en los bailes y originalidad en sus trajes. Nos da una idea de la mezcla de tradición andina y modernidad joven que es la Paz.

Ciudad de La Paz. Volcán Illimani al fondo
A 3.600 metros de altitud, las calles están llenas de vida, con gente de un lado a otro, vendedores que cantan sus mercancías, tráfico abundante en desordenado orden. Huele a cítrico recién exprimido y a humo de muchos coches. La ciudad de La Paz es la pollera del volcán Illimani: una falda llena de colores y movimiento. Las tres líneas de teleférico son hilos sobre esta falda de multitudes: colores amarillo, rojo y verde. Por la noche, miles de luces encendidas crean una filigrana de brillantes.

Visitamos lugares más o menos cercanos que llevan nombres de astro: Fabia y Flor van a la Isla del Sol en el lago Titicaca, David y Palmira conocen el llamado Valle de la Luna. Son lugares que nos impresionan.

Cumpleaños de Flor
Durante la semana, ocurre un acontecimiento importante: ¡es el cumpleaños de nuestra querida Flor! Lo celebramos como ella lo merece, con una buena cena y una de esas “tortas” tan ricas y tan ricamente decoradas que siempre miramos con ganas en las pastelerías. No faltan unas velas que soplar y unas risas juntos.

Hay tiempo para conocer también el Parque Nacional Madidi. Volamos a Rurrenabaque, para adentramos en la reserva. Vamos en un bote a través del río Beni y después por el río Tuichi, en dirección contraria a las aguas que acabarán en el Amazonas. Avistamos muchas especies de plantas y animales, aprendemos sobre ellas. Representan sólo una pequeña parte de la inmensidad que ofrece Madidi, pues es la reserva que alberga la mayor biodiversidad del mundo.

Entrada a Madidi por el río Beni
Junto a un gran bibosi "pie de elefante"
Una hormiga cortadora de hojas

Es un viaje corto, pero lo vivimos con la intensidad de habernos adentrado en la selva, de no haber sido meros espectadores: hemos caminado entre su vegetación exuberante, nos hemos bañado en sus aguas, hemos dormido entre árboles, hemos escuchado leyendas sobre animales y duendes, hemos aprendido palabras en la lengua que aún suena en la zona, el tacana. No en vano, la selva nos ha atrapado y puede decirse que nos ha enamorado también.
Calle Jaén, la más antigua de La Paz

Helen nos mostró la ciudad de La Paz. Conocimos allí más personas como ella: gente dulce, gente que lleva La Paz en sus ojos.

David fue nuestro guía en Madidi. Conocimos allí más personas como él: gente que anda descalza por la selva, gente que conserva sabiduría sobre sus plantas y continúa usando sus beneficios.

Ha sido una buena semana de descanso. Ya de vuelta en Santa Cruz, nos sentimos con ganas de comenzar nuestra tercera semana de cursos. Con certeza, conoceremos gracias a ello nuevas personas interesantes, como Helen y David, como tantas otras durante las otras dos semanas de cursos. Próximo destino: San Miguel de Velasco.