Y llegó el surazo

Y como llegó... se quedó. Para los no iniciados (como nosotros hasta hace una semana), el surazo es un proceso climático típico de la zona en la que estamos que se caracteriza por un frío intenso que llega de forma repentina y que dura entre uno y dos días. Todo se ha cumplido. Bueno todo no, no ha durado entre uno y dos días sino que se mantiene después de una semana. Hemos pasado de ir a los cursos en falditas y shorts (para alegría y queja de algunos profes) a embutirnos bajo todas las ropas de abrigo que teníamos. El sol y el calor chiquitano no son más que un bello recuerdo y una, por ahora vana, esperanza.
Ya estamos en San Miguel de Velasco, la segunda población en la que desarrollamos nuestros cursos. De todos modos, cuando lean esto, quizá ya hayamos cambiado de población porque en San Miguel no hemos encontrado un lugar con internet.
La primera semana nos ha servido para ponernos en marcha con actitud positiva. Todos estamos realmente contentos con como nos han salido los primeros cursos. Quizá un número excesivo de alumnos en los casos de Bea y Laura, pero al margen de eso, cero quejas. La implicación, participación y entrega de los asistentes es tremenda, algo que facilita sobre manera nuestro trabajo; y el agradecimiento que demuestran es, a mi modo de ver, mayor de lo que realmente merecemos. En cualquier caso, como decía antes, son ellos los que nos hacen más sencillo nuestro trabajo.
El fin del curso dio el toque de emotividad que nos faltaba: en el salón de actos del cole nos reunimos todos los asistentes a los cursos: más de 300 personas. Cada uno de nosotros tuvo que hablar ante semejante tumulto. Afortunadamente, nuestros alumnos nos echaron una mano y mostraron (con una soltura envidiable) los diferente trabajos que habían hecho a lo largo de la semana. Por si fuera poco, nos entregaron una serie de regalos, con nuestro consiguiente rubor. La visita del alcalde de San José y sus palabras de agradecimiento fueron la guinda perfecta para rematar el curso con un fantástico sabor de boca.
San José se ha convertido, quizá por ser la primera población que nos ha acogido, en el referente de nuestra vida boliviana. Desde la actitud de los profes asistentes, hasta el cariño de Ernesto, el encargado del restaurante en el que hacíamos vida, pasando por el párroco que nos llevó todo nuestro material desde el hotel hasta la parada de la Flota Universal, han demostrado algo que ya nos habían contado pero que solo se valora cuando se vive: la gente aquí merece realmente la pena.
Espectacular la iglesia jesuita de la ciudad, emotiva la visita a Santa Cruz la vieja (al menos para los que estamos infectados por el virus de la historia), preciosa la vista de San José desde el Valle de la Luna y tremendo el Santuario de Chochís. Lo siento, pero me veo incapaz de expresar con palabras la magia de ese ambiente de naturaleza y construcción humana. Venid.
El grupo sigue funcionando como lo que es: un grupo. No siempre podemos tener las mismas opiniones, pero mola que las cosas se hablen, se debatan y se lleguen a decisiones consensuadas. Aunque eso sí, desde hace unos días, echamos de menos a uno de los miembros del grupo. Edu tío, tienes que volver, que yo solo con las mujeres no puedo!
En fin, que ya estamos en San Miguel y que en breve os contaremos como nos ha ido esta segunda semana. Por ahora seguimos con el frío (aunque espero que cuando esto se publique ya se haya ido el dichoso surasso), pero también con la ilusión, las ganas y el espíritu que nos trajo hasta aquí.
Un saludo a todos de parte del grupo de la Chiquitanía: Laura, Bea, Paloma, Lola y Juanlu
Seguiremos informando

Pd: sí es cierto, hemos publicado esto con una semana de retraso, pero es que hasta hoy no hemos conseguido conexión a internet. Sentimo que la información llegue con tal retraso, pero no es fácil. La crónica de esta semana, me temo que también tardará en estar lista.
Diol